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LA LISTA DE CORREO HISPANO-PARLANTE SOBRE ROCK PROGRESIVO Y SINFÓNICO 
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 THE ENID: "Touch Me" (1979)

Temas

  1. Charades [i) Humouresque (6:17) - ii) Cortege (5:11) - iii) Elegy (Touch Me)

(3:17) - iv) Gallavant (7:14)] (21:59)

  1. Albion Fair (16:26)

Integrantes

  • Robert John Godfrey: teclados
  • William Gilmour: teclados
  • Francis Lickerish: guitarras
  • Stephen Stewart: guitarras, percusión
  • David Storey: batería, percusión
  • Terry Pack: bajo

Colaborador - Tony Freer (corno inglés, oboe)

Tercer disco de The Enid y segundo con el teclista William Gilmour en sus filas

como lugarteniente de Godfrey, "Touch Me" tiene le misión de crear una encrucijada entre el preciosismo exultante de "Aerie Fairie Nonsense" y el dinamismo particular del impresionante disco debut "In The Region Of The Summer

Stars". Estando más enfocado en los teclados que nunca, The Enid ya suena trepidantemente como una orquesta de rock, aunque también es justo señalar que las guitarras son utilizadas de forma muy poderosa dentro del sólido afiatamiento del ensamblaje grupal (especialmente, en la primera mitad del álbum). Lickerish es co-autor de tres de las cuatro secciones de "Charades", por lo que es razonable suponer que él se sentía muy compenetrado con el rol de

la guitarra dentro de la lógica estética que seguía siendo predominantemente basada en las necesidades expresivas de Godfrey. En todo caso, al leer los créditos del disco, uno halla más lógica en el hecho de que Gilmour sea el co-autor que más recurrentemente acompaña la labor inspirativa de Godfrey.

El concepto de "Charades" se inicia con "Humouresque", una pieza llamativa cuyo cuerpo central se focaliza en un ágil motivo de corte manierista donde la amalgama de teclados crear y recrea el desarrollo temático con prístina soltura, a la par que la dupla rítmica va sosteniendo el flujo de las florituras de la ingeniería melódica con excelsa precisión. Los pasajes donde el grupo vira hacia motivos más serenos - inspirados en la visión épica de Elgar - operan no tanto como generadores de contraste sino como recursos de complementación para la intención básica de dejar que la melodía se focalice en

un bien asentado espíritu celebratorio. "Cortege" ostenta un aura palaciega donde la combinación de estilizaciones románticas y variantes de inspiración renacentista está a la orden del día. "Elegy (Touch Me)" es una pieza de piano clásico de aquellas que le gustan tanto al Sr. Godfrey, reflexivas e inundadas de un aire de distinción: la vibración conmovedora de Mahler parece ser la referencia influyente más recurrente en la base compositiva de esta pieza, aunque también hay ciertos pasajes que parecen seguir algún patrón de la Sonata

"Patética" de Beethoven. Durando más de 7 minutos, "Gallavant", la última sección de "Charades" es también la más larga. Gestada y arreglada en clave de vals sinfónico, desarrolla una gentileza melódica basada en Tchaikovsky y un meticuloso manejo de las variaciones de ambiente que nos remiten en general a la etapa romántica de la música de cámara: esta sección sirve para perpetuar la

lección general de "Aerie Fairie Nonsense" y reciclarla a través de la dinámica

heredada del disco debut. En muchos sentidos, "Humouresque", "Cortege" y "Gallavant" encarnan a la perfección el estándar nuclear del álbum que describimos en el primer párrafo de esta misma reseña.

"Albion Fair" es la suite que ocupa toda la segunda mitad del disco. Con una primera sección que dura más de 5 minutos, los teclados (principalmente sintetizadores) de Godfrey y Stewart ocupan exclusivamente el espacio sonoro en

una flotante atmósfera donde la elegancia de la música docta y la espiritualidad contemplativa del new age, la atmósfera general de la pieza queda claramente definida. Después de esto, se suceden secciones temáticas donde la tríada de guitarras-bajo y las percusiones orquestales añaden ocasionales toques de color, hasta que llega el preciso momento en que el grupo

entra en acción desde su propio ensamblaje para crear el primer momento climático, a poco de pasada la barrera del octavo minuto, y una vez abierta esa

puerta ya no hay manera de cerrarla. Aunque no estamos precisamente en un momentum parecido a los momentos clave del "Journey" o el "King Arthur" de Wakeman, sin duda se trata de una manifestación del lado rockero de la férrea arquitectura musical de The Enid. Las variantes de motivos y los quiebres melódicos siguen operando en un colorido suntuoso y pomposo, pero sin dejar que

la sonoridad integral del sexteto llegue a niveles de sobresalto o saturación, todo está bien cuidado desde la articulación de las variadas ilaciones compositivas hasta los diálogos concretos que tienen lugar entre los instrumentistas. El factor Wagneriano es bastante fuerte en varias fanfarrias de sintetizador y guitarra, pero también se mantiene fuerte la influencia de la

densa nostalgia propia del paradigma de Mahler en medio de efluvios orquestales

tan saltarines, y eso se nota de forma más notable en los momentos finales.

Todo esto fue "Touch Me", el disco que consolidó el paradigma de The Enid dentro del lugar que ocupó dentro de una etapa de ardua supervivencia "de posguerra" que el ideal del rock progresivo experimentó tras el ecuador de los 70s. Tal como nosotros lo vemos, The Enid aportó mucha dignidad a este ideal con este disco en medio de la ubicación de relegamiento que ya estaba padeciendo de forma remediable en el negocio musical.

César Mendoza

Creada en 1997. ©José Manuel Iñesta. Alojada en el Depto. de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Alicante, España.

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