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LA LISTA DE CORREO HISPANO-PARLANTE SOBRE ROCK PROGRESIVO Y SINFÓNICO 
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 NATHAN MAHL: “Heretik Volume III: The Sentence” (2002)

Tema

  1. The Sentence - De Mortuis Nif Nisi Bonum (Of the dead speak nothing but good)

Integrantes

  • Guy LeBlanc: teclados, flautas dulces
  • Mark Spénard: guitarras
  • Guy Dagenais: bajos de 5 cuerdas
  • Daniel Lacasse: batería
  • Tracy Clark: guitarra rítmica
  • Natasha LeBlanc: voz
  • Kayleigh LeBlanc: voz, tambor

Para cerrar la trilogía herética de Nathan Mahl, Guy LeBlanc decidió crear una sola pieza de casi 55 minutos de duración. Siguiendo por el sinfonismo ágil y fastuoso de los dos volúmenes anteriores, queda claro que Nathan Mahl pretende proseguir un sendero prioritariamente sinfónico en este caso: los elementos de jazz-rock que habían tenido un lugar importante en los arreglos y vuelos instrumentales de NM desde su disco debut aparecen aquí de manera muy atenuada en comparación. La influencia de los coloridos melódicos de herencia yessiana y

la energía elegante de Happy the Man en su faceta más directamente sinfónica suponen los más notables puntos de referencia para entender la misión que LeBlanc se propuso para este disco. Siendo así que los guitarreos se lucen bastante en la mezcla, se nota a leguas que la labor de los teclados (incluso donde no hay solos ni cortinas pomposas ni nada por el estilo) es el pilar para

el desarrollo performativo de las ideas melódicas de turno: Guy LeBlanc es desde siempre un admirador de Watkins, Bardens y Jan Hammer, y adicionalmente ahora, también asume algunas cadencias tipo Wakeman y tipo Jobson dentro de la inspiración para forjar su propio estilo.

Esta ambiciosa sentencia progresiva comienza con una cálida sección de piano y voz femenina aumentada por etéreas orquestaciones de sintetizador. Al poco rato

entra el ensamble entero, con una fuerte presencia de las guitarras eléctricas tanto en los fraseos solistas como en las bases armónicas, estupendamente sostenidas por la sección rítmica. Las cosas suceden bastante rápido en estos primeros seis minutos, pues para este momento ya contamos con una sólida sucesión de solos de guitarra y sintetizador. A partir del séptimo minuto pasamos a una serie de pasajes donde se baja el tempo pero se conserva la energía, esta vez de manera más contenida. En el minuto 13 surge un breve pero cautivante pasaje de inspiración renacentista (que se puede sentir como un guiño a la escuela de Gentle Giant… con flauta dulce incluida). Y qué decir de los solos de órgano que emergen poco después - !geniales! A partir del minuto 17 surge una sección especialmente imponente debido a su carácter ceremonioso, perfectamente ambientado por los arpegios de piano y las sutiles florituras de sintetizador y órgano que se superponen. La manera casi inadvertida en que este

pasaje da origen a un efluvio sinfónico más explícitamente majestuoso da cuenta

de la refinada musicalidad de LeBlanc y sus compinches. Las cosas empiezan a adquirir un dinamismo parcialmente inspirado en cadencias de jazz-rock melódico, aunque manteniendo el foco sinfónico siempre latente. A poco de pasada la media hora pasamos a una sección lenta donde se retoma el motivo de apertura brevemente, y poco después encontraremos otra sección lenta con un desarrollo melódico más típicamente romántico Dentro de la serie de pasaje más frenéticos, uno es llamativo por la alternancia de ágiles y bien construidos solos de guitarra y órgano que tiene lugar en él. En el minuto 41 ½ empieza una

sección patentemente rockera con una base barroca en las armonías de teclado que sostienen el suelo sobre el que se despliegan los torrentes guitarreros de Mark Spénard y, cómo no, el órgano de Guy LeBlanc. La apoteosis progresiva que se va desarrollando desemboca en un clímax sostenido de manera oportuna para que pueda engarzarse fluidamente con la sección lenta que le sigue, un reprise de un pasaje ceremonioso antes mencionado que ahora alcanza unos picos climáticos más intensos, sostenidos firmemente. Los últimos 3 ½ minutos están ocupados por una lánguida letanía en tres cuartos que pueda simbolizar el duelo

de los deudos del hereje recién ejecutado: hay algo mágico en esos acordes que emulan al armonio, en confluencia con tenues cantos femeninos, emisiones de flauta dulce y efectos hackettianos de guitarra.

Este disco es un típico ejemplo del tipo de ejercicios ricos en texturas, ambientes e imaginación melódica que se espera de un trabajo enraizado en la tradición del rock progresivo. Es posible que la duración de este material como

un continuum no provoque el escucharlo más de una vez en cada ocasión, pero mientras se disfruta en el momento, no cabe duda de que este “Heretik Volume III: The Sentence” supone un punto de referencia importantísimo a la hora de valorar el aporte de Nathan Mahl al género progresivo.

César Mendoza

Creada en 1997. ©José Manuel Iñesta. Alojada en el Depto. de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Alicante, España.

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