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 JARDÍN DE PIEDRA: “Mapa Universo” (2009)

Temas 1- Nébula (6:53) 2- Hora Celeste (5:27) 3- Nimbos (6:54) 4- Piedras que Arrastra el Mar (7:21) 5- Canción de Cuna Para un Mundo Enfermo (3:01) 6- Ruidos Mecánicos en la Luna (9:04) 7- Mandala (10:41) 8- La Desaparición del Reino de la No Razón (13:26) 9- Mapa Universo (11:02)

Integrantes

  • Luis Álvarez: guitarra, teclados y coros
  • Daniel Límaco: batería y percusión
  • Alex Garrido: voz, bajo y teclados
  • Carlos Ramírez: guitarra

Jardín de Piedra es un ensamble peruano que ha tomado casi de sorpresa a la crítica musical especializada de su país. Mucho se ha hablado en el circuito underground limeño sobre sus presentaciones musicales, propensas a alimentarse de recursos visuales y multimedia a fin de completar las ideas reflejadas en su

música, pero básicamente el grupo comenzó metido en sonoridades grunge y de rock duro. El gusto por la psicodelia de base espacial y la experimentación caló hondo en el ensamble, hasta el punto de aventurarse con creciente confianza en desarrollos extensos y arreglos sofisticados, metiéndose de lleno en aventuras sonoras inspiradas en el Pink Floyd arcaico, el krautrock, el stoner y el post-rock. Según entiendo, el repertorio de este disco debut, “Mapa

Universo”, sigue una secuencia más o menos cronológica.

El disco abre con un cósmico efecto de sintetizador que asienta la atmósfera para el envolvente jam de ‘Nébula’ cuyas alusiones oníricas reciben un giro muy

interesante con el manejo de riffs pesados y las constantemente punzantes líneas de bajo. El canto de Garrido, emparentado con el parámetro airado del grunge y el fuego expresivo del bues-rock clásico, es un fuerte aliciente para la preservación de ese dinamismo potente que siempre acompaña al material de esta banda. Hay una aureola de torturado ensueño que reaparece cada vez que el ensamble baja los decibeles, y es justamente este tipo de espíritu el que se realza particularmente en ‘Hora Celeste’: la complementación entre polenta languidecida y compás lento ayuda enormemente a la hora de transmitir el furioso existencialismo encapsulado en la letra. ‘Nimbos’ se desarrolla como una semi-balada en clave de (así llamado) rock alternativo, cuya fuerza inherente recibe un impulso mayor con la inclusión de ornamentos stoner y pesadamente psicodélicos durante el desarrollo de sus interludios, o cual repercute favorablemente en a maquinación de una intensa emotividad climática. ‘Piedras que Arrastra el Mar’, por su parte, parece extraerse a partir de una confluencia de ambientes de los dos temas precedentes, resultando así una pieza

diseñada para completar un cuadro sonoro cuyos colores conocidos hasta este momento están bien definidos.

‘Canción de Cuna Para un Mundo Enfermo’ es un dueto de guitarras que entreteje un juego de sutiles texturas que tira bastante hacia lo onírico, pero más bien parece un viaje lúcido hacia ciertos rincones misteriosos de las partes más intimistas de la psique: al menos, yo siento que esta excursión musical es más reflexiva que surrealista. Este breve instrumental está instalado en medio del repertorio para indicar un giro estilístico de la banda hacia una acentuación más decidida de sus intereses sonoros más sofisticados: o sea, el resto del repertorio trasciende al esquema de rock alternativo revestido de pretensiones artísticas y pasa a instalarse en un formato progresivo de extensivos vuelos instrumentales, poderosas amalgamas inspiradas férreamente en el space-rock y el krautrock heavy, y tendencias a crear ambientes majestosos sin tapujos ni disimulos. ‘Ruidos Mecánicos en la Luna’ es el primero de estos viajes musicales, comenzando con cadencias psicodélicas que evocan un poco a una cruza

del Pink Floyd de “Ummagumma” y los primeros años de Amon Düül II, y ciertamente tenemos aquí un motivo que reaparecerá un par de veces entre las más medidas secciones cantadas. Los fraseos de la guitarra solista evocan simultáneamente a Dave Gilmour, Steve Hillage y Kim Thayil. ‘Mandala’ comienza con aires exóticos manifestados a través de tonalidades filudas donde convergen

la pesadez patente de las guitarras duales y los vuelos lisérgicos establecidos

por el esquema rítmico. Tras la barrera de los 4 ½ minutos, atestiguamos el tránsito desde un breve pasaje agresivo de corte stoner hasta otro más medido que coquetea con el post-rock de tendencia filuda. La manera tan inteligente con la que el grupo sostiene sus pasajes instrumentales le permite afianzar su camino hacia el final. ‘La Desaparición del Reino de la No Razón’ tiene desde sus instantes iniciales una huella clara de tensión contenida. La flotante densidad emanada por su cósmico preludio se extiende en un crescendo efectivo, que no exagerado. Poco antes de llegar al minuto 4, el grupo vuelve a comenzar con un nuevo ejercicio de atmósferas flotantes, el mismo que termina por aterrizar en una parte cantada, lenta y aguerrida en su lánguido compás de 3/4.

L que sigue después hasta el final redondea la idea con más pasajes densamente melancólico antes de llegar a una coda relajante y ensoñadora, algo que a mí me

tomó un poco de sorpresa. El disco cierra con ‘Mapa Universo’, el tema homónimo

que se hace debido eco de la aureola melancólica del tema precedente y la reelabora con un despliegue más explícito de energía rockera. El empleo ocasional de algunos adornos jazz-rock ayuda a crear efectivas variantes en el complejo swing que emplea el grupo a fin de mantener un atractivo dinamismo por

un espacio de 11 minutos.

En fin, “Mapa Universo” es un disco muy interesante, un trabajo musical que de la mano de Jardín de Piedra abre nuevos horizontes para las ofertas rockeras peruanas embebidas de genuinas pretensiones trascendentales. Este grupo merece,

no me cabe duda, recibir la atención del público rockero de su país pues desde ya suena como una promesa cumplida.

César Mendoza

Creada en 1997. ©José Manuel Iñesta. Alojada en el Depto. de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Alicante, España.

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