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 ALDO PINELLI: “Una Selección de Viejas Canciones: Montañas, Bosques y Lagos”

(2007)

Temas

  1. Quietud en las Montañas
  2. Estudio 2
  3. Memoria de un Sábado
  4. Danza 1
  5. Estado de Confusión
  6. Tango de una Noche de Invierno
  7. Pasaje Uno
  8. Pidiendo la Mano de la Doncella
  9. La Calma y el Pasado
  10. Canción de los Ciervos
  11. Una Pieza Dedicada
  12. Apenas un Vals
  13. Pasaje Tres
  14. Mis Tristezas
  15. Danza II
  16. Sonatina Enamorada
  17. Labradora
  18. Pasaje Cinco
  19. Dormirse con Lluvia
  20. Lago Huechulafquen

  • Aldo Pinelli: guitarras clásica, acústica y eléctrica, sonajas, triángulo, palo de lluvia, toc-toc, bongó, tom bajo, cultrum, teclados adicionales en 9 y 20, voz

  • Colaboradores – Paula Dolcera (flauta, cello), Ariana Bettinardi (teclados en 3, 5, 8, 9, 14 y 19), Elizabeth Minervini (1, 5, 11, 15, 17 y 20)

Miembro y líder de Hábitat, grupo argentino de rock sinfónico, Aldo Pinelli es un guitarrista y compositor que también se da abasto para plasmar su visión musical en el formato de aventura solista. Este disco titulado “Una Selección de Viejas Canciones – Montañas, Bosques y Lagos” es un hermoso catálogo de cautivadoras sonoridades acústicas, las mismas que transitan por las aguas de la música académica, la tradición céltica y los mágicos ambientes renacentistas. El lugar inmensamente prioritario que Pinelli le da a las guitarras clásica y acústica (además del laúd, a ratos) permite crear ese aura de intimismo y contemplación que atraviesa a todo el disco: la guitarra eléctrica, así como el cello y la flauta, aparecen de vez en cuando para emitir retazos que aportan colorido al asunto, un colorido lo suficientemente controlado como para no romper con la paleta sonora global. El resultado final es una secuencia de ideas musicales que crean de manera sostenida momentos melómanos especiales – es difícil escoger una pieza favorita, pues en realidad el repertorio es todo un festival atravesado por un espíritu consistente de meditación, serenidad y dulce melancolía. Este disco va al unísono para los amantes fieles y convencidos de la obra de Anthony Phillips, quien es casi un referente obligado para todos los creadores de una música rica en melodías y matices con un núcleo acústico.

La envolvente serenidad exhibida en el tema de apertura ‘Quietud en la Montaña’ parece haber sido esculpida en el éter con un cincel mágico: todo ornamento de teclado, guitarra eléctrica y cello está perfectamente ubicado en su sitio mientras la guitarra acústica despliega el motivo central. ‘Estudio 2’ y ‘Memoria de un Sábado’ nos llevan respectivamente hacia paisajes de simple alegría y meditación relajada. La meditación se torna aun más melancólica en ‘Estado de Confusión’, un tema que parece concentrarse más en la tristeza inerte que viene como resultado de la confusión que en la confusión misma. Su misma dosis de contenida fastuosidad se reitera después en el tema no. 11, ‘Una Pieza Delicada’, otra joya específica del repertorio. Ya llegamos a un punto en el que descubrimos a ciencia cierta la pulcritud de estilo de Pinelli, una pulcritud que le permite aludir a pensamientos y emociones como lo sabe hacer. Los aires juglarescos de las dos ‘Danzas’ nos remiten a imágenes añejas del Renacimiento. Las piezas más cortas cumplen su función de viñetas, pero en lo personal hubiera preferido que ‘Tango de una Noche de Invierno’ hubiese sido un poco más larga que su minuto de duración, para no mezclarse con otras viñetas del disco – en fin, uno puede escuchar esta atractiva pieza dos o tres veces seguidas en su tocador de CD. Por poner un ejemplo de contraste, ‘Canción de los Ciervos’ explota de manera más redonda su corto espacio de expansión.

‘Labradora’ tiene una riqueza sublime en su desarrollo, incluso en los pasajes donde solo opera la guitarra acústica: pieza inspirada en un cuadro de Peter Cross, hay en efecto algo de pictórico en su arrebatadora musicalidad. ‘Dormirse con Lluvia’ es el único tema cantado: reitera el colorido de los temas más fastuosos del repertorio precedente, pero esta vez las cosas ascienden a un nivel especial de cromatismo debido a la presencia realzada de las orquestaciones de teclado y la oportuna intromisión de un delicado punteo de guitarra eléctrica, muy a lo Oldfield en sus momentos más reposadamente líricos. El disco culmina con el definitivo broche de oro, ‘Lago Huechulafquen’, una pieza esplendorosa que exhibe una dosis muy contenida de luz hasta la segunda mitad, que es donde toda su majestuosidad fluye sin tapujos, aunque con un orden muy cuidado. De esta manera concluye un disco rebosante de belleza, calmo sin ser para nada aburrido, lleno de matices sin caer en la pomposidad, fiel a su esencia acústica pero sin renunciar a momentos de genuina energía en los momentos más extrovertidos; por supuesto, absolutamente etéreo en los pasajes más concentrados en lo melancólico o lo contemplativo. Aldo Pinelli es un músico y autor al cual habrá que prestar verdaderamente atención.

César Mendoza

Creada en 1997. ©José Manuel Iñesta. Alojada en el Depto. de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Alicante, España.

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