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 FROGG CAFÉ: “Creatures” (2003)

Temas

  1. All This Time
  2. Creatures
  3. The Celestial Metal Can (In Memory of Charles Ives)
  4. Gagutz
  5. Waterfall Carnival

Integrantes

  • Nick Lieto: voz, coros, teclados, trompeta, percusión
  • Frank Camiola: guitarras eléctricas y acústicas, clásica, banjo, contrabajo, teclados adicionales, percusión
  • Bill Ayasse: violín eléctrico, violín, viola, mandolina, percusión, coros
  • Andrew Sussman: bajo
  • James Guarnieri: batería, percusión Colaboradores –Sharon Ayasse (flauta en 3-5), Steve Campanella (marimba en 2, 4 y 5), Christopher Turney (clarinete en 3 y 4), Dee Harris (sarod en 3), Time Roache (percusión concreta y voces en 3), Marjorie Ayasse (coros en 2, voces en 1 y 3), Dr. Mac (voces en 1), Brother Bam (voces en 3)

Con su tercer disco “Creatures”, la banda norteamericana Frogg Café siguió explorando y capitalizando su peculiar sonido basado en la mezcla de jazz-rock melódico, progresivo de matices disonantes y coloridos extravagantes inspirados tanto en Zappa como en Gentle Giant. ‘All This Time’ abre el disco con tenebrosas cortinas de teclado que anuncian una exhibición de art-rock potente y robusto: las mismas cortinas reemergen en el epílogo. Luego sigue la pieza homónima, más centrada en el swing del jazz, sostenida por una idea melódica básica bien llevada y elegantemente adornada con ornamentos tipo Zappa: los jams instrumentales que tienen lugar tienen un componente de mesura que, lejos de atenuar la magia inherente a la pieza, la proveen de un aura etérea. De hecho, lo etéreo pasa a lo onírico en el último minuto del tema, con esas capas de guitarra y teclado que parecen irreales aun cuando uno se pellizca y constata que la experiencia melómana que está teniendo es muy real. En momentos como éste es que Frogg Café me recuerda hasta cierto punto a Echolyn (una banda coterránea con la cual guardan varias coincidencias en lo que a estilo se refiere). ‘The Celestial Metal Can’ es la cosa más bizarra e inescrutable del disco. Se trata de un instrumental que lleva lo aleatorio y lo casual hasta extremos alucinantes: su concepción está basada en el legado que el compositor académico Charles Ives dejó para la cámara de vanguardia. La instrumentación del tema consiste en golpes de percusiones concretas, notas sueltas de guitarra recicladas a través de efectos y manipuladas con cintas, recitaciones inarticuladas, vientos y cuerdas de violín flotando surrealistamente sobre una cadencia rítmica que suena entre mecanizada y tribal, ocasionales aires del folklore medio oriental, y para terminar, un hermoso y breve cuadro sinfónico basado en la herencia de Varese. Todo ello en poco menos de ocho minutos y medio - un festín para los amantes a ultranza de la idea de desarticulación sonora como rebeldía musical.

El excitante instrumental ‘Gagutz’ vuelve a traernos la energía frontal del tema de inicio con una cadencia jazzera que nos remite a un híbrido de Weather Report y el Jean-Luc Ponty de los 70s. Una mención especial va para el violinista Bill Ayasse, quien luce su vibración y pulcritud de modo impresionante, y tampoco se quedan atrás Camiola (gran impostación de la onda Holdsworth) y Lieto en la trompeta, quienes con sus sucesivos solos saben mantener el momentum incandescente que Ayasse inició con su solo. La suite de 21 minutos ‘Waterfall Carnival’, y una vez más, las coincidencias con Echolyn saltan a la vista. Comenzando con una serie de pasajes con base de guitarra acústica y ambientaciones melancólicas que varían en intensidad, luego poco a poco el sintetizador y el violín van ganando protagonismo. La banda se siente muy relajada durante el desarrollo de la pieza: lejos está de ser simplona, pues sus variaciones de motivo, ambiente y ritmo la delatan como una composición bastante ambiciosa, pero sí es verdad que la permanencia de un candor evocativo y una sonoridad amable ayudan a mantener sólidamente su aureola contemplativa. Incluso los cambios más abruptos se sienten naturales al momento de aparecer: con ello me refiero a una sección rara en la cual soundscapes de guitarra y sintetizador emergen como una bruma misteriosa una vez que el resto del ensamble se ha detenido. En fin, los ambientes abiertamente meditativos vuelven a aparecer para el resto de la pieza, brindando un escenario irresistiblemente reflexivo: para meter algo de colorido extra cerca del final, al asunto el grupo se manda con un breve pasaje dadaísta, una vez más, con la marca de Zappa.

“Creatures” es un gran disco. El siguiente, “Fortunate Observer of Time”, contendrá una dosis notablemente superior de vitaminas sónicas, pero creo que aquí el ingenio de los arreglos para crear integración de la diversidad es más explosivo, por lo que este disco no resulta para nada opacado por el mencionado anteriormente. “Creatures” es un ítem muy a tener en cuenta dentro del progresivo norteamericano contemporáneo.

César Mendoza

Creada en 1997. ©José Manuel Iñesta. Alojada en el Depto. de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Alicante, España.

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