La Caja de Música Revisiones
de
discos
LA LISTA DE CORREO HISPANO-PARLANTE SOBRE ROCK PROGRESIVO Y SINFÓNICO 
Volver al índice
Suscripción
Qué es LCDM?
Discos
Bandas y discografías
Conciertos
Festivales
Entrevistas
Letras
Propuestas especiales

Pasaron por aquí ya
contador
"cajeros"



 KING CRIMSON: “Starless And Bible Black” (1974)

Temas:

  1. The Great Deciever 4.03
  2. Lament 4.02
  3. We’ll Let You Know 3.41
  4. The Night Watch 4.42
  5. Trio 5.41
  6. The Mincer 4.09
  7. Starless And Bible Black 9.14
  8. Fracture 11.17

Músicos:

  • David Cross: violín, viola, teclados.
  • Robert Fripp: guitarra, melotrón, aparatos (?)
  • John Wetton: bajo y voz.
  • Bill Bruford: percusiones.

Luego de varios años de reposo, decidí, al azar, desenterrar y escuchar nuevamente el penúltimo álbum del período “clásico” o época dorada (1969-1974) de King Crimson –la única que realmente vale la pena, por cierto–, y confirmé mi opinión previa: que éste es el peor disco de KC de dicho período.

La alineación de la banda es la misma de Larks’ Tongues In Aspic –obra maestra de KC–, salvo Jaime Muir, quien, indudablemente, con su original juego de percusión, aportaba color al sonido del grupo. David Cross sigue presente, aunque sus contribuciones se han minimizado, lo que también resta variedad al producto final, dejando al cuarteto con un sonido sobrio –estéril, a veces–, metálico y, en no pocas ocasiones, irritante.

Este álbum salió a la luz el mismo año que Red (1974), lo que hace pensar que

fue grabado con apuro. Y esta hipótesis se ve confirmada por el hecho de que el

disco se compone en buena parte de improvisaciones e, incluso, lo que parecen, fragmentos de piezas más largas.

El disco está un poco desbalanceado, pues da la impresión que la intención original era la de producir un disco instrumental, que en último momento fue rellenado con unos cuantos temas de estructura casi convencional, con voces, que contrastan con el estilo improvisatorio y difícil del resto. Además, los dos temas largos del disco están, injustificadamente, concentrados al final, dificultándose con ello el ritmo de la escucha.

Realmente, sólo cabe rescatar dos piezas del disco: “The Night Watch”, una especie de “balada”, con una fabulosa introducción –de aire oriental–, unas inspiradas voces de John Wetton, unas evocadoras letras y uno de los solos más hermosos, fascinantes y emotivos –sí, emotivos– de Robert Fripp. Ignoro la técnica empleada por Fripp en este solo, pero el resultado es algo como un solo

de violín al revés. Y en segundo lugar: “Trio”. Con respecto a esta pieza, empero, hay que criticar que el volumen de la grabación no es el apropiado, pues para poder escuchar los primeros minutos es necesario subir exageradamente

el volumen del equipo, lo que resulta molesto –aunque queda la duda si ése era el efecto deseado–. Este defecto se ve compensado porque estamos frente a una pieza instrumental hermosa, única en el catálogo de King Crimson, que efectivamente es un trío: violín, melotrón y bajo. Curiosamente, Bill Bruford recibe créditos. La explicación de Fripp ya pasó a la historia: Bruford contribuyó con su silencio.

Rescato parcialmente “Lament”, con un prometedor comienzo: John Wetton cantando muy relajado con una guitarra rítmica al fondo y adornos de violín.

Sin embargo, en el camino el tema se arruina con un cambio brusco de tempo y un

arreglo simplista. “Lament” está unida a “The Great Deciever”, un tema agresivo, brusco, estridente y carente de interés alguno.

El resto del disco –como apunté– son improvisaciones y fragmentos: “We'll Let

You Know” es el mejor de ellos, pero está cortado repentinamente; “The Mincer” es completamente irrelevante; y “Starless And Bible Black”, a pesar de dar título al disco, es el peor de todos –una improvisación cacofónica, carente de estructura, extenuante e interminable–.

Nos queda “Fracture”: un tema muy elogiado por alguna gente, que aprecia en ella ciertas genialidades guitarrísticas. Sin embargo, éstas no son fácilmente detectables para el profano y, en todo caso, serán de una naturaleza muy técnica, pero no artística. Por el contrario, la pieza resulta extremadamente monótona, por lo que aparenta ser la repetición ad nauseam del mismo riff, el cual, por cierto, no es del todo original, pues proviene de “Larks’ Tongues In Aspic (Part II)” (sobre todo, la parte final es una copia casi exacta de la pieza mencionada), y será nuevamente reciclado en el tema “Red” del siguiente disco. Este tema, lastimosamente, nos revela a un Fripp egocéntrico, estéril y pobre como compositor. Sí es justo destacar, en cambio, la participación de Bill Bruford, muy creativa y elegante, en la parte intermedia del mismo, y las líneas de bajo ideadas por John Wetton en la parte final, que rompen la monotonía del conjunto; las únicas dos razones por las que merece ser escuchado este tema.

Conclusión: Un álbum sólo para quienes deseen completar su colección de King Crimson. El resto puede conformarse con obtener “The Night Watch” y “Trio”.

P.S.: En el siguiente disco, Red, a pesar de que el grupo se ve aun más reducido –con la salida de David Cross–, las cosas van a mejorar notablemente.

Puntuación: 3/10

Francisco Aguilar.

Creada en 1997. ©José Manuel Iñesta. Alojada en el Depto. de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Alicante, España.

ÿ