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 TOUNDRA : "II" (2010)

Discográfica: Aloud Music

Temas:

  1. Tchod. 2:48
  2. Magreb. 10:59
  3. Zanzíbar. 4:54
  4. Völand. 2:12
  5. Danubio / Danube. 7:16
  6. Koschei. 3:34
  7. Bizancio / Byzantium. 8:38

  • Víctor - guitarras

  • Esteban - guitarras

  • Alberto - bajo

  • Álex - batería

Desde Madrid nos llega la esperanza para el post-rock más ortodoxo. Porque sí, lo que hacen Toundra no difiere demasiado de lo que formaciones del calibre de Russian Circles, Red Sparowes o Pelican, han venido practicando los últimos años.

Pero lo que importa es que los madrileños lo logran, y lo hacen de la forma más simple: emocionandonos y haciendonos vibrar.

Su segundo álbum "II", es seguramente el mejor trabajo que he escuchado en este año dentro de este género instrumental. Un álbum esencialmente post-rock, contando esta vez con un espíritu mucho más roquero, pero sin dejar de lado la épica habitual.

"Magreb" es un temazo brutal que por sí sólo merece la adquisición de este segundo álbum. El resto no es tan exageradamente bueno, pero mantiene un nivel notable. Ahí están muy buenos temas, carne de directo, como "Zanzibar", "Danubio" o "Bizancio" para dar fe.

Magnífico trabajo de una banda que habrá que seguir bien de cerca.

Valoración: 7.5/10

Ferran Lizana (rockomic@gmail.com)

Septiembre 2010

Temas

  1. Tchad (2:49)
  2. Magreb (10:59)
  3. Zanzíbar (4:55)
  4. Völand (2:13)
  5. Danubio (7:17)
  6. Koschei (3:35)
  7. Bizancio (8:38)

Integrantes:

  • Alberto Tocados: bajo, tampura
  • Alex Pérez: batería
  • Esteban Jiménez: guitarras
  • Víctor García-Tapia: guitarras

Colaboradores - Álvaro Llorente (cello en 7), Manolo Iglesias (piano en 7), Víctor Teixeira (guitarra steel en 7), Rubén Mingo (percusiones en 4)

Titulado sin mayores misterios "II", el grupo instrumental madrileño Toundra ofrece su segundo disco como muestra de los derroteros sónicamente enriquecidos

con los cuales proyecta la revitalización de su esquema esencialmente post-metalero: elementos de stoner, psicodelia empapada de exóticos perfumes fusionescos y retazos de metal estándar entran a tallar en ciertos parajes estratégicamente ubicados del repertorio. Dicho enriquecimiento estilístico repercute necesaria y vitalmente en la plasmación de un repertorio más contundente en comparación con el del homónimo disco debut, el cual dos años antes de este disco ya había llamado la atención de aficionados al post-rock y post-metal de España y del mundo por merecidas razones.

Hay, de hecho, una estrategia bien definida en la notoria incorporación de colores étnicos en varios temas de este disco, tal como se revela en la entrevista publicada en este enlace: http://www.feiticeira.org/entrevista/toundra . Las imágenes de la portada, duendes masculinos y femeninos maléficamente entusiasmados con rituales de destrucción corporal, erotismo grotesco y muerte en medio de un bosque que ostenta colores cándidos, aluden al concepto de choque de culturas.

"Tchad" da inicio al disco al modo de un preludio de cadencias arabescas articuladas finamente en la cristalina maraña de guitarras acústicas y eléctricas. El sobrio punche mostrado en la atmósfera bien sostenida de esta pieza es idóneo para preparara el camino para "Magreb", ambiciosa pieza de 11 minutos que se erige en el primer cénit del álbum. Tras poco menos de 2 BD minutos haciéndose eco de la ceremoniosidad filuda del primer tema, el ensamble

finalmente explota por primera vez en una exhibición de fuego controlado, cuyas

llamas se imponen con viril incandescencia a través de los riffs y armonías del

motivo guitarrero, así como por la muscularidad milimétricamente articulada de la dupla rítmica. Más adelante, la banda sucesivamente alterna intensos climas de tenor stoner con otros más sutiles de tendencia shoegaze, aprovechando así los matices que la batería insufla al permanente dinamismo de la dupla rítmica,

para cerrar el conjunto sónico con un despliegue de post-metal académicamente puro y contundentemente convincente. Los últimos segundo de rasgueos guitarreros y redobles entrecortados de batería anuncian el despliegue de extrovertido vigor de "Zanzíbar", pieza que principalmente se basa en sacar provecho de la pulsión vibrante de "Magreb": el buen oficio de la banda en esto

de evitar monotonías hace que los poco menos de 5 minutos que dura la pieza pasen como en un instante. Otro cénit, lo cual convierte a esta dupla en un perpetuo clímax luminoso. "Völand" es un interludio de guitarras acústicas y percusión en base a un motivo inspirado en aires del Oriente Medio. ?Será una suerte de nostalgia por los viajes acústicos fusionescos que a veces insertaba Jimmy Page en el repertorio de Led Zeppelin? Posiblemente, pero como sea, funciona muy bien como momento de relax antes de que "Danubio" desarrolle un clima de reflexividad intensa, creando una polenta notoria pero contenida dentro de los confines expresivos marcados por la pauta rítmica semi-lenta. En la frontera del cuarto minuto y medio, los guitarreos se sumergen en una flameante atmósfera de ágil densidad que primero se enfila por el estándar del post-metal y termina por exaltarse en una intrépida manifestación de visceral furia rockera donde el hierro exultante del metal se mezcla con el acero macizo

del stoner. Un final impresionante, realmente. "Koschei" se conecta con el tipo

de electrizante vibración que ya se había plasmado en buena parte de "Zanzíbar"

en fluida conexión con la tormentosa extroversión de "Danubio", terminando en una coda más contenida que permite al grupo trabajar con atmósferas misteriosas. El disco se termina con "Bizancio", broche de oro para la completa

aventura sónica de "II". Comenzando el primer motivo con arreglos sobrios, apenas traspasada la frontera del segundo minuto, el ensamble le da un filo contundente con apabullantes sonoridades inquietantes. Un nuevo momento de retrotraimiento ofrece la oportunidad de explorar texturas evocativas donde la banda explora refrescantes texturas candorosas; este giro está inteligentemente

expandido para generar un álgido contraste con la poderosa sección final, forjada a puro fuego épico.

Como balance final, cabe reiterar el modo tan coherente y tan sólido en el que Toundra ha desarrollado su evolución musical dentro de un consistente apego a la misión específica que se ha trazado dentro de la vanguardia rockera contemporánea. El sano y dinámico eclecticismo que se organiza dentro una integralidad sonora bien armada habla por sí solo a lo largo de los 40 minutos que dura este disco. Toundra no ha necesitado más tiempo para dejar plena constancia de su estupendo estado de madurez actual.

César Mendoza

Creada en 1997. ©José Manuel Iñesta. Alojada en el Depto. de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Alicante, España.

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