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 MONO : "HYMN TO THE IMMORTAL WIND" (2009)

Discográfica: Temporary Residence/Human Highway/Conspiracy

Temas:

  1. Ashes In The Snow. 11:45
  2. Burial At Sea. 10:38
  3. Silent Flight, Sleeping Dawn. 6:00
  4. Pure As Snow (Trails of the Winter Storm). 11:25
  5. Follow The Map. 3:55
  6. The Battle To Heaven. 12:51
  7. Everlasting Light. 10:23

Músicos:

  • Yoda: guitars, Hammond B3 organ
  • Takaagira Goto: guitars
  • Tamaki Kunishi: bass, piano, harpsichord, glockenspiel
  • Yasunori Takada: drums, tympani, cymbals, glockenspiel

Músicos invitados:

  • Orquesta de 28 músicos, incluyendo cellos, violines, violas, metalófonos, flautas, pianos, etc.

Esta banda japonesa, de la que nunca había escuchado nada anteriormente, dedica, al menos en su nuevo trabajo, todos sus esfuerzos al post-rock instrumental, o sea que no se puede decir que inventen nada nuevo. Sin embargo, y partiendo de la base de que lo suyo se parece a God is an Astronaut, Mogwai, Explosions in the Sky o los Sigur Rós de ( ) entre otros, han sabido arreglárselas para despertar interés incluso entre las audiencias más exigentes.

Las causas de su atractivo son las habituales en este tipo de casos: el talento, las buenas ideas y la personalidad. Mono llevan el perfeccionismo, el gusto por los arreglos sinfónicos y la preferencia por lo bello, a una cota superior dentro del post-rock, y al menos en ese aspecto, su particularidad resulta poco discutible, por mucho que en realidad no inventen nada.

El caso es que su nuevo álbum, "Hymn to the Immortal Wind", en el que cuentan con Steve Albini a la producción, me parece el mejor trabajo de este estilo que he escuchado este año. Un álbum constituido por fastuosos temas sobrepasando los 10 minutos, pequeñas sinfonías donde juega un papel primordial la orquesta de 28 músicos que une esfuerzos con el propio grupo en todo momento. Paisajes evocadores que despiertan un sentimiento de melancolía en siete hermosas piezas de las que es imposible quedarse con una sola. Una banda sonora hivernal en siete partes que llevan el sinfonismo al detalle, a menudo en un in crescendo desde la delicadeza hasta un apocaliptico y desgarrador final.

Absurdo destacar alguno puesto que la regularidad es total y la obra hay que entenderla como un bloque uniforme. En definitiva, una exquisitez de álbum que sería una lástima que terminara ensombrecido por algunos prejuicios.

Valoración: 8/10

Ferran Lizana (rockomic@gmail.com)

Diciembre 2009

Temas

  1. Ashes In The Snow (11:46)
  2. Burial At Sea (10:39)
  3. Silent Flight, Sleeping Dawn (6:00)
  4. Pure As Snow (Trails of the Winter Storm) (11:26)
  5. Follow The Map (3:56)
  6. The Battle To Heaven (12:51)
  7. Everlasting Light (10:23)

Integrantes - Takaakira "Taka" Goto: guitarras - Tamaki Kunishi: bajo, piano, clavicordio, glockenspiel - Yasunori Takada: batería, tímpanos, gong, platillos, glockenspiel

  • Yoda: guitarras, órgano Hammond B3

Colaboradores - orquesta dirigida por Dave Max Crawford

Mono estaba al borde de su décimo aniversario como entidad musical cuando grabó

y publicó "Hymn to the Immortal Wind", no solo uno de los discos más admirados por fans y críticos musicales, sino también uno de los discos más unánimemente elogiados de toda la historia del post-rock hasta nuestros días. Y todo esto se

da con justa razón, pues este disco refleja, de forma clara y sin lugar a confusiones, la más imponente cuota de imaginación musical que este cuarteto japonés ha desplegado hasta ahora, y hay que tener en cuenta que Mono es un grupo tremendamente solvente como unidad creativa. Sus deudas estilísticas con GYBE!, Mogwai y el Sigur Rós de los 3 primeros discos siguen presentes disco tras disco, pero Mono sabe darle un toque personal al meollo, además de revitalizar desde dentro su propia propuesta sonora, apelando a no se sabe qué fórmula mágica, pero sí, en efecto, suena con nuevos bríos con cada nuevo disco. "Hymn to the Immortal Wind" no es la excepción, y es más, se trata de toda un fenomenal punto culminante de su visión musical. La presencia persistente de un nutrido ensamble de cuerdas (más algunas flautas y bronces) supone un recurso efectivo a la hora de generar la renovada frescura pautada para este disco. Nos aunamos desde aquí a las entusiastas opiniones positivas que este disco ha cosechado desde el día de su lanzamiento.

'Ashes In The Snow' abre el disco con un calor emocional penetrante desde el punto de partida, expuesto primeramente de manera muy suave, pero poco antes de

llegar a la barrera del tercer minuto, ya se abren espacios para que el grupo empiece a expresar con soltura su energía global, aunque sea solo por un engañoso instante. De todas maneras, el cuerpo central se va afianzando de una forma muy clara, siendo así que a poco de pasados los siete minutos se instaura

definitivamente la fuerza expresiva de la banda, aportando niveles infinitos de

densidad y tensión al motivo central, llegando incluso a modificar varias de sus tonalidades recurrentes en otras más inquietantes como efecto de la contundencia sonora que tiene lugar y que no va a parar hasta el momento del cierre. 'Burial At Sea' porta una calma más entristecida, comenzando con una simple nota sostenida de órgano y un juego de guitarras que se focaliza en orientar una cautivante progresión de acordes que transmite una belleza sutilmente exótica de la misma manera que crea un aire de expectativa: la aureola funeraria aludida en el título halla en la combinación de cadencias de tambores y el fondo de cuerdas un correlato perfecto, el cual a su vez enmarca apropiadamente la labor de las guitarras duales. Un nuevo motivo, que supuestamente refleja el momento de llanto y duelo, entra a tallar y se desarrolla para la segunda mitad, comenzando de manera muy tenue para finalizar

con un "Sturm und Drang" apabullante, un vigor dramático expresado en toda su pureza. Los seis minutos de 'Silent Flight, Sleeping Dawn' se concentran en una

sublime amalgama de orquesta y piano, con un clavicordio que ocasionalmente se une a este último para añadir algunos suaves toques de cristalina placidez al asunto: no viene mal un momento de conmoción netamente reflexiva después de la ilación entre la intensidad desgarrada de 'Ashes In The Snow' y la añoranza tremendamente fiera de 'Burial at Sea'.

'Pure As Snow (Trails of the Winter Storm)' nos regala poco menos de 11 minutos

y medio de nueva gloria atmosférica, basada en el romanticismo etéreo de 'Silent Flight, Sleeping Dawn' y llevando éste a instancias de esplendor envolvente durante sus primeros 6 minutos, un esplendor que en muchos niveles anticipa la gloria imponentemente climática que habrá de desarrollar 'Everlasting Light' en el cierre del disco. (Para quien ya conoce este álbum de

principio a fin, es difícil dejar de mencionar el tema de cierre antes de tiempo, pero debemos seguir la secuencia del repertorio con el debido orden). A

partir de allí, el ambiente se torna inapelablemente denso, muy en línea con el

asentamiento crucial sobre el cual se sostuvo el núcleo de la primera pieza. 'Follow The Map' nos devuelve al lirismo envolvente basado en el diálogo entre piano y orquesta, usando un cierto retorno a 'Silent Flight, Sleeping Dawn', pero con un tenor un poco más bombástico, lo cual significa que la candidez emocional se hace más patente. A continuación sigue otro tema de pretensiones épicas, 'The Battle To Heaven': un primer motivo se alimenta sostenidamente de su propia recurrencia así como de las variables de intensidad que la impulsan durante casi 6 minutos; un segundo motivo, parcialmente inspirado en el primero, emerge de una calma momentánea y resuelve el resto de la pieza con evidente agilidad y un lirismo más decididamente definido, lo cual le da un aire especialmente mágico a la robustez creada desde las cuerdas de la guitarra

y el swing de la dupla rítmica. El disco concluye con 'Everlasting Light', una de las piezas más celebradas por los fans de la banda: comenzando con un cautivador motivo de piano cuya sencillez suavemente invita al ensamble orquestal a llenar huecos de manera bien cuidada. A pocos segundos de llegar a la barrera del cuarto minuto, la dupla guitarrera se hace cargo de extender sus

tentáculos texturiales con la pauta marcada por la orquesta, mientras que el piano calla: es en este momento que se empieza a preparara el terreno para el fabuloso clímax que ha de elevar la ideología musical de Mono hacia una de sus manifestaciones más épicas. El hermanamiento entre grupo y orquesta hace que las llamas de la melancolía se aviven con un fulgor exaltado que manifiesta nuevos colores para el mundo y nuevas fuerzas cósmicas para el universo. El pasaje conclusivo es espectacular, siendo el equivalente sonoro del palacio más

imponente que se pueda construir o incluso imaginar. ?Qué otro final podía lógicamente tener un disco como "Hymn to the Immortal Wind" sino uno donde Mono

pudiera explayarse en el post-rock estilizado que sembró y cosechó durante más o menos 10 años? No queda nada más que decir salvo que se trata de una joya exquisita dentro de la vanguardia rockera de nuestros días: Mono es una banda que con cada nuevo disco realza su imponencia como figura líder del post-rock.

César Mendoza

Creada en 1997. ©José Manuel Iñesta. Alojada en el Depto. de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Alicante, España.

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